Empezamos
un nuevo año y lo hacemos exactamente con los mismos interrogantes
con los que acabamos en año anterior, en esto de la psicología
sanitaria: se crea una profesión de nivel generalista, el Psicólogo
General Sanitario, a través de la consecución de un título de
Master Oficial (por lo tanto con directrices propias para todo el
estado) pero todavía no se ha publicado el desarrollo normativo, ni
el currículo formativo, ni las vías transitorias para acceder a
tal título para aquellos que ya son licenciados y están trabajando
en ámbitos sanitarios, y la muy necesaria, en nuestra opinión,
relación con la especialidad de psicología en un recorrido
formativo coherente y garantista de la máxima calidad: grado en
psicología (no sanitario)-máster en psicología general
sanitaria-psicología clínica.
Decimos,
entonces, que el desarrollo formativo va muy lento, si es que va de
alguna manera, en los ámbitos competenciales de aquellas
Administraciones Públicas que tienen la obligación de ordenar la
profesión (los Ministerios de educación y sanidad). Quizás en
proporción inversa a la intensa actividad de los últimos meses que
se ha producido en las organizaciones profesionales, intitucionales y
científicas de la psicología, intentando influir en las
Administración para que hagan su trabajo y lo hagan de una manera
que favorezca el adecuado desarrollo de nuestra formación y
ejercicio profesional. Aunque ha habido también en esas
organizaciones, intentos de torpedear dicho proceso.
Aunque
en menor grado, también se han producido intentos de poner negro
sobre blanco las perspectivas que sobre el desarrollo de esta nueva
profesión y su encaje con la profesión sanitaria en la psicología
existente hasta el momento: la de psicólogo especialista en
psicología clínica.
No
es que hayan corrido ríos de tinta ni mucho menos, pero se están
dando intentos interesantes sobre el tema. Leed "intentos
interesantes" desde cierta ironía, porque aunque se "visten"
con una capa de rigurosidad (al fin y al cabo debaten en
publicaciones científicas), podemos "leer entre líneas"
en alguno de esos artículos lo que no son más que argumentos a
favor de intereses no muy claros. ¿cómo podemos interpretar si
no unos textos donde se deslizan ideas sobre la
especialidad de la psicología clínica como un anacronismo en
relación con el nuevo espacio europeo de educación
superior, o pretenden arrinconar nuestra especialidad a un ámbito
forzosamente estrecho del trastorno mental (desde una
concepción asimismo estrecha de lo que es la salud y la enfermedad
mental)?
Como
es costumbre en este blog, enlazaremos los textos a los que hacemos
referencias con trasncripciones de los párrafos relevantes, para que
cada cual saque sus propias conclusiones:
Empezaremos por el que más os ha sorprendido y alarmado, un artículo
de Jose Antonio Carrobles, catedrático del área PETRA de la
Universidad Autónoma de Madrid, Presidente de la European
Association for Behavioural & Cognitive Therapies (EABCT), y
entre otros méritos, presidente de honor de la Asociación Española
de Psicología Clínica Cognitivo-Conductual (AEPCCC; no confundir
con la AEPC ni la AEPCP), Asociación con una ingente actividad
formativa en posgrados de psicología sanitaria y de práctica
clínica (se cuidan mucho de inducir a error en la denominación de
sus cursos).
Empieza
su artículo reconociendo el indudable logro de la creación del
título de psicólogo especialista en psicología clínica y el el
desarrollo de la formación especializada vía PIR, como una "figura
consolidada en cuanto a su prestigio y la calidad de su formación
profesional". Pero, como siempre hay un pero, el párrafo
siguiente asombra en su contundencia: "Sin
embargo, lo que en principio fue y ha sido, sin duda, un gran logro
para la psicología española, corre el riesgo de convertirse, como
así parece empezar a suceder en la actualidad, en una rémora para
la misma, dificultando la consolidación de una psicología clínica
moderna y en consonancia con los actuales estándares de la propia
psicología clínica de nuestro entorno europeo en cuyo espacio
educativo y profesional es imperioso que nos integremos como miembros
de pleno derecho del mismo"
En
nuestra opinión, ésta es la principal tesis que esgrimirá a lo
largo de todo el artículo para intentar atacar
el itinerario secuenciado grado-máster-PIR. Lo que nos parece
infefendible es que utilice las matemáticas simples del número de
años (4+2 frente a 4+2+4) como si fuese un demérito una mejor
formación (en el último nivel de tipo profesionalizante en
Instituciones Públicas, como ya sabéis que es la formación PIR).
Es decir, una vez más comparamos nuestro sistema formativo a la baja
con respecto a otros países de nuestro entorno, sobre todo del mundo
anglosajón (¡qué desfachatez, añadimos nosotros para darle un
toque de humor, pretender tener una formación más larga de los
ingleses y norteamericanos!¡habrase visto!).
La
otra tesis que entrevemos en el artículo es la de la necesidad de al
menos ¡DOS ESPECIALIDADES! de la psicología en el ámbito
sanitario: "...una centrada
específicamente en la atención psicológica de los trastornos
mentales conjuntamente con la psiquiatría (el psicólogo clínico) y
otra dedicada más extensamente a la atención psicológica de
los pacientes atendidos en el resto de los servicios o especialidades
médicas incluidas en el Servicio Nacional de Salud (el psicólogo de
la salud)".
Esta
idea, que no criticamos, sobre todo ante el nuevo panorama que se
abrirá con el decreto de la troncalidad en las especialidades
sanitarias, nos produce cierto sonrojo en un artículo en el que
hablará de la figura del psicólogo general sanitario. ¿es que
pretenderá equiparar esta profesión como una especialidad? En
realidad no deberíamos poner esta frase entre interrogantes porque
el mismo autor afirmará, en un parrafo posterior, al hilo de la
creación del PGS: "Una pregunta
que surge de inmediato al considerar esta situación es la del por
qué de la creación de las dos
figuras de especialistas con
capacidad y competencias profesionales aparentemente muy similares,
aunque limitando el ámbito aplicado de una de ellas, la del
psicólogo general sanitario" [se
refiere a la reserva de plazas en el SNS para especialistas en
psicología clínica, lo cual le debe parecer cuestionable].
Una
posible deriva de
todo esto (que hable de dos especialidades) sería
el volver a pensar (porque esto no es nuevo) en dos posibilidades
formativas de especialistas sanitarios, como ya tuvieron Y SUPERARON
los médicos especialistas: uno centrado en las universidades y otra,
la que finalmente resultó,
la centrada en un aprendizaje profesional en servicios públicos (el
sistema -IR).
Pero
no, el autor aboga por serguir el procedimiento de otros países
europeos, donde "Esta normativa
común supone, por lo que respecta a la formación o especialización
en Psicología Clínica, la realización de los correspondientes
estudios de Grado o Bachelor en Psicología (de una duración de tres
cursos o años y no de cuatro como en el caso de España) y de una
formación profesional especializada de máster o de postgrado de
unos dos o tres años, en los que se incluye, al menos, un año
completo de práctica clínica supervisada o tutorizada". Poco
más abajo, insistirá que la situación de tener dos profesionales
de la psicología en el ámbito sanitario no es homologable con
ninguno de los modelos existentes en los diferentes países europeos.
(¿intentará
decir que sobra una "especialidad"?).
Eso
sí, no deja de "lamentarse" que "A
la vista de estos datos cabe preguntarse el porqué del empeño de
algunos colegas, profesionales de la psicología, y de algunos
políticos y autoridades, entre los que se incluyen, lamentablemente,
los propios representantes de nuesttro
COP, en complicar hasta tal extremo y poner tantas trabas para el
ejercicio de la profesión de la Psicología Clínica en nuestro
país, haciendo caso omiso de la realidad europea de nuestro entorno
y pareciendo los proponentes de estas propuestas más nuestros
enemigos que nuestros aliados"
.
MENUDA
CARGA DE PROFUNDIDAD...
Por
el medio, consideraciones ya manidas
de tanto utilizar sin éxito alguno, como son los lamentos porque la
LOPS no considerase que toda la psicología era sanitaria, la
imposibilidad de acceder a la formación PIR a todos los interesados
en el ámbito de la psicología clínica . Y LO QUE ES MÁS SONROANTE
AÚN: ni una frase crítica sobre el dimensionamiento de facultades y
estudiantes de psicología. Todo lo contrario: "Y
todo ello nos lleva a la conclusión de que formamos un contingente
importante de profesionales de la Psicología, posiblemente
proporcionado a las necesidades de asistencia psiicológica
existentes en nuestro país, pero solo utilizamos una ínfima
proporción
debido
a las trabas y limitaciones legales establecidas en los niveles de
especiaalización
profesional de los mismos."
Y
como colofón final, en el apartado de conclusiones, y suponemos que
ya que no es posible eliminar la figura del especialista en
psicología clínica, insiste en que el período de formación debe
quedarse como está, sin anclarlo al nuevo panorama de formación
europeo (¡y luego habla de integración de la disciplina
psicológica!!!), que la implantación definitiva del psicólogo
clínico especialista "no debería interferir ni suponer
ninguna limitación para el desarrollo de
los programas oficiales de formación del psicólogo general
sanitario, tanto en su contenido como en la temporalidad de los
mismos"
Y
en lo que planteábamos inicialmente, en el deseo de arrinconar la
psicología clínica en una esquina del sistema de salud: "La
futura figura del psicólogo general sanitario promete ser una buena
alternativa profesional complementaria a la ya existente del
psicólogo clínico especialista (PIR), al ampliar el campo de las
aplicaciones de la Psicología mas allá del estrecho marco aplicado
que constituyen los trastornos mentales y los servicios de salud
mental y de psiquiatría, donde normalmente se atiende a los mismos,
y extender nuestras aplicaciones a los centros de salud y al resto de
los servicios médicos especializados incluidos en el Sistema
Nacional de Salud y a la propia comunidad o sociedad en general"
No
sé si en el fondo debemos agradecer al señor Carrobles por hacer
conscientes nuestro propio trastorno mental (o como se le quiera
llamar; a partir de sus enseñanzas ahora sabemos que cometemos
constentemente en el error lógico inferencial denominado
ontologización o reificación, y que consiste en "...atribuir
una auténtica existencia real, y no meramente inferencial, a los
denominados trastornos mentales, cuando los datos empíricos
existentes avalan el hecho de que esos supuestos trastornos mentales
no son, en su mayoría, otra cosa que meros constructos teóricos
inferidos a partir de los únicos datos de experiencia real
existentes, en forma de signos y síntomas, o lo que es lo mismo,
meras características orgánicas o formas particulares de
comportamiento del sujeto concurrentes o relacionadas entre sí, a
cuyo conjunto le atribuimos un nombre arbitrario a través del
proceso que denominamos clasificación o diagnóstico y que
finalmente es lo que constituye la auténtica realidad inferencial de
los que denominamos trastornos mentales".).
Y
es que, en una epidemia inaudita, el total de los psicólogos
clínicos que trabaja en el SNS pàdecemos
una extraña enfermedad consistente en la presencia de alucinaciones
visuales y auditivas por la que vemos constantemente a compañeros
psicólogos clínicos trabajando en todos los servicios de un
hospital (neurología, neurocirugía, hetamología, oncología,
traumatología...) e incluso en Atención Primaria y Centros de
Planificación Familiar. Algunos, incluso nos pasamos las horas
laborales con la convicción delirante que trabajamos en uno de esos
servicios, codo con codo con nuestros compañeros de otras
especialidades y profesiones sanitarias.
Seguiremos
en nuevas entradas comentando otros artículos, no tan interesantes
como éste. Ahora, vamos a intentar ponernos a tratamiento.
Carrobles: ¿complejo de inferioridad? ¿bienvenido Mr marshall?
ResponderEliminarNo hombre no...que el problema es que no gana lo suficiente con sus masters y sus mierdas
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