Recogemos un artículo de Nuria Varela para el diario "Público" donde reflexiona a propósito del Día Internacional de la Mujer Trabajadora
http://blogs.publico.es/otrasmiradas/628/8-de-marzo-de-2013-algo-que-celebrar-2/
Nuria Varela
Periodista, escritora y ex asesora de la Secretaría de Estado de Igualdad
Mucho antes de que la ola de indignación y los olores de la primavera
árabe recorrieran el mundo, muchas mujeres estábamos cansadas de estar
cansadas. La música nos suena. Podríamos interpretarla sin partitura y
la letra apenas tiene modificaciones. Podemos cambiar crisis económica
europea por crisis latinoamericana, primavera árabe por procesos de
descolonización. Los resultados son casi idénticos: recortes económicos y
en el estado del bienestar que hay que suplir en los hogares; salida de
un mercado laboral en el que apenas nos acabábamos de instalar; dobles,
triples jornadas; retroceso en los derechos ya adquiridos;
cuestionamiento de las leyes en vigor…
Explica Zygmunt Bauman que la convivencia con “los otros” ha sido un
problema continuo de la sociedad occidental. Para el sociólogo, las
principales estrategias utilizadas han sido tres. La separación del otro
excluyéndole, la asimilación del otro despojándole de su
otredad
y la invisibilización del otro. Es fácil darse cuenta de que con las
mujeres, con “la otra”, se han utilizado las tres. Y también es fácil
darse cuenta de que ante cada avance, cada paso dado para conseguir
derechos escamoteados, se provoca una fuerte reacción. Cuanto más
ensanchamos nuestro ámbito de libertades, más profundizamos en nuestros
derechos, cuanto más dueñas nos hacemos de nuestra categoría de
ciudadanas y tomamos la palabra y decidimos por nosotras mismas, más
duras son las críticas y los ataques: “Las leyes son como las mujeres,
están para violarlas”, “[la ministra de empleo] estaría mejor en su
pueblo haciendo punto de cruz”, “la mayoría de las denuncias de las
mujeres víctimas de violencia son falsas”, “la libertad de la maternidad
es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres”, “no hay ninguna
mujer en el comité ejecutivo del Deutsche Bannk, pero espero que un día u
otro la dirección sea más bonita y tenga más colorido gracias a la
integración de las mujeres”. La lista es mucho más larga, son sólo los
ejemplos más recientes. ¿Qué están atacando estas declaraciones? Por
orden de intervención: Código Penal, Ley de Igualdad (paridad), Ley
Integral contra la Violencia de Género, Ley de Derechos Sexuales y
Reproductivos y Directiva Europea sobre la presencia de mujeres en los
consejos de administración.
Dice Marcela Lagarde que las mujeres actuales sufrimos un
“sincretismo de género”, estamos en esa frontera de mujeres domésticas y
públicas, madresposas-semiciudadanas. Y ese sincretismo de género se
concreta en poseer atributos modernos y sin embargo, ser objeto de
valoraciones premodernas.
Ya conocemos la historia, ya sabemos de dónde venimos y cuánto nos ha
costado cada centímetro de libertad, cada reconocimiento. Ya no tenemos
ingenuidad política para pensar que los derechos, una vez conseguidos
ya no se pierden y tampoco, como pensaban las sufragistas, que una vez
conseguido el derecho fundamental, el derecho al voto, todo lo demás
vendría rodado. Históricamente ha ocurrido todo lo contrario. Cada
avance de las mujeres ha traído como consecuencia una potente reacción
patriarcal.
Hace 102 años que se celebra el Día de las Mujeres pero “el ambiente”
continúa siendo hostil, la descalificación, habitual; las maneras
imperantes, bravuconas y la cultura dominante, violenta: Hasta el 70%
de las mujeres de todo el mundo han sufrido una experiencia física o
sexual violenta en algún momento de su vida. Más de 60 millones de
niñas de todo el mundo están casadas antes de los 18 años. Hasta el
50% de las agresiones sexuales se cometen contra niñas menores de 16
años. Globalmente, 603 millones de mujeres viven en países donde la
violencia contra ellas no se considera un delito. Las mujeres y las
niñas componen el 80% de las 800.000 personas que cada año son víctimas
de trata, el 70% de ellas, con fines de explotación sexual.
Nos ha tocado vivir en un mundo complejo, y que se mueve a gran
velocidad. Nos enfrentamos a retos enormes y difíciles: acabar con la
violencia de género, con la discriminación, con la todavía insuficiente
participación de las mujeres en la toma de decisiones, conseguir un
reparto equitativo de los tiempos, compartir los espacios públicos y
privados; compartir recursos y empleos y acabar con las brechas
salariales, romper los techos y muros de cristal, poder elegir el tipo y
el tamaño de nuestras familias… Sin embargo, estamos viviendo una
deslegitimización del conflicto, que tampoco es nueva, porque ante tanta
crisis, ¿a quién le importan las mujeres?
Relata Nelson Mandela en su autobiografía
El largo camino hacia la libertad
una anécdota sobre la gente decente. “En Liberia conocí al presidente
Tubman que no sólo me dio cinco mil dólares para armamento e
instrucción, sino que me preguntó en voz baja: ¿Tiene dinero de
bolsillo?”
Pues eso. En esta época confusa que nos ha tocado, con 102 años de
historia, conseguido ya el derecho al conocimiento, y con un marco legal
idóneo, necesitaríamos que alguien nos preguntara, aunque fuese en voz
baja, si tenemos dinero de bolsillo y no que se empeñaran en quitarnos
los ahorros.