Dice un lema que si los toros son cultura, el canibalismo
es gastronomía . Es cosa de antitaurinos. En rigor, un antropólogo que no se
viera atrapado en el etnocentrismo, por ejemplo un centroeuropeo (o un europeo a secas, que es como se les denomina a los que habitan al norte de los Pirineos), es perfectamente
capaz de identificar la fiesta nacional como componente de la cultura española.
Y no tiene ninguna duda de que es cosa destacable en la conducta social y en la
visión del mundo de los indígenas de la península ibérica.
Eso también es España. La oscura, la temible, la que está
encadenada a un siglo no superado (el XIX, por si alguien se creia que ya estábamos
más adelantados) que vuelve una y otra vez a remover lo peor de nuestra
historia (como en el juego de los siete errores mirad, buscad y encontrad, en la
situación política actual, en el contenido y la prosodia de la patronal, en la
crueldad paramística del ministro del interior, en las mantillas de las
promujeres del PP, en la presencia determinante de la iglesia católica en la
educación, en la consideración de los fetos con daños graves como discapacitados,...,
en el trato a los animales,...).
El desarrollo de los Derechos Humanos sigue su curso. Aquí
vamos yendo remolones, siempre atrás, ahora a sólo medio siglo de distancia
(hasta hace una semana negar de facto el
derecho de asilo con las eufemísticas “devoluciones en caliente en la frontera”
era defendida por nuestro gobierno y su coro de aduladores).
Pero habrá que avanzar, y ahí llega el último informe de
ONU.
A ver como lo encajan.
nfx
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