El primero fue JC con su “lo siento mucho, me he equivocado,
no volverá a ocurrir” después de haber sido pillado yéndose de juerga a Bostwana
a matar elefantes y a hacer lo que le saliera de ahí; después fue Andrea Fabra con sus
disculpas trás insultar en sede parlamentaria a los parados y demostar una ausencia de
empatía más que temible; le siguieron otros cuantos más .... Y así se fue
poniendo de moda pedir perdón, pero sin coste alguno, sin reparación del
daño, sin consecuencias personales para el ofensor, sin trascendencia política de
ningún tipo.
Aquí no dimite nadie, no repara nadie, no dice nadie la
verdad. El formulismo de las disculpas zanja la cuestión, y todo sigue igual.
Ahora son dos diputados PP del Parlamento Autonómico de
Madrid:¡¡ leed e indignaos!!.
Y mientras la olla social se caldea y ellos, los ofensores
profesionales, fantasean con que la
estupidez popular sea infinita.
Neurofox
y pensar que parecía una inocentada...
ResponderEliminarYo también lo pensé, pero parece que no. Ya no sé si nos merecemos estos políticos, no entiendo que es lo que no funciona en este país, ni tampoco que hace falta para que vagos como esos dos diputados se pongan a trabajar.
ResponderEliminar